Cueva de Arpea

Millones de años marcados en la roca

Cueva de Arpea

Lugar: Cueva de Arpea
¿Qué es? Cueva en roca caliza
¿Qué ofrece? Paseo corto en entorno de montaña, cueva accesible
Acceso:
 Carretera estrecha de montaña desde Iropile. Enlace Google Maps

Arpea (o Harpea="harri+azpia", bajo la piedra)

Venimos de la Selva de Irati, de hacer un tramo de la ruta del embalse de Irabia. Decidimos tomar la carretera que rodea todo el espacio natural por el norte, ya en territorio francés. Pasamos la Fábrica de Orbaitzeta y seguimos subiendo por una pista estrecha hasta llegar a Iropile, en el collado de Orgambide. Aquí se sitúan 30 mojones que simbolizan los pueblos del valle de Aezkoa (9) y los de Cize (21), en la frontera entre los dos países. Despistados, cogemos la carreterita de la derecha que se convierte en una pista estrecha e infernal para el coche pero con un entorno increíble.

Vamos conduciendo por la frontera, hacia el este. A nuestra izquierda se levanta la mole del Erroitzate (1345 m) con sus laderas verdes y pétreas. Nos acompañan sobre el valle del río la Nive chovas piquirrojas, busardos ratoneros y milanos reales. Tras 3 km llegamos al final del asfalto, al pie de una granja. Aquí comienza el caminito.

Por la ladera un sendero estrecho de apenas un kilómetro baja hasta el mismo río. El camino es sencillo, pero no debemos perder ojo y andar con cuidado ante cualquier resbalón o tropezón.

Entre la hierba destacan la escabiosa (Knautia arvensis) y el acónito (Aconitum napellus), una planta montañosa y muy venenosa, tóxica incluso por contacto por la presencia de aconitina sobre todo en raíces y semillas. Levantando la vista tenemos enfrente la cueva. A la altura del río nos reciben una cabaña para el ganado y sus muretes de piedra, una majada y su borda. Aquí se sitúa la muga 218, un mojón que marca la frontera (por cierto, la cueva está en territorio francés, a pesar que el símbolo en el mapa de IGN aparezca al sur de la frontera, mal situado). ¡Qué buen sitio para remojar los pies! Cruzamos y llegamos a la cueva.

Hace unos 40 millones de años los Pirineos actuales eran un fondo marino. El choque de las placas tectónicas africana y europea provocaron la elevación y plegamiento de estos sedimentos que llegaron hasta los 3000 metros de altitud. Aquí lo que estamos viendo es el resultado de los pliegues producidos en las distintas capas, un anticlinal, en forma de V invertida o de sombrero sobre la entrada de la cueva.

 Los geólogos calculan unos 20000 años de "espesor" de cada una de estas láminas, que se distinguen perfectamente. 

Estas paredes de roca sedimentaria, calizas y margas, se cubren de restos fósiles de animales marinos como equinodermos, corales o bivalvos, consecuencia de su origen.

La cueva no es profunda (poco más de diez metros), no contéis con sentiros espeleólogos. Un muro a ambos lados de la entrada nos cuenta de su uso como refugio tradicional, ya desde la prehistoria, para los pastores de estas montañas. Encima de nosotros los aviones roqueros realizan vuelos acrobáticos. Los observamos hasta que distinguimos sus nidos a poca distancia. Nos apartamos para molestar lo menos posible. Por si le podíamos pedir algo más, un halo de mitología rodea este lugar, destacando la presencia de las lamias y para las que esta cueva es la puerta entre ambos mundos, el suyo y el de los humanos.

Volvemos. El paisaje es impresionante con montañas y valles profundos entre los valles de Aezkoa y Garazi. Consultamos posibles rutas para otra ocasión, ya que son numerosos los senderos en este entorno. Volvemos a la carretera y nos internamos en una ruta de montaña en coche preciosa para regresar por el puerto de Larrau. Pero no podíamos marchar sin llevarnos una muestra del riquísimo queso de oveja latxa, que compramos en la zona de Chalet de Cizé.

Cueva de Arpea

# Más información:
- La cueva en National Geographic.
- El entorno en Diario de Navarra.
- Artículo en Infobae.

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