Actividad: Maratón ornitológico Km0
Fecha: 18 y 19 de abril
Lugar: desde casa
Organiza: Sociedad Española de Ornitología
Abril de 2020. La pandemia de COVID-19 mantiene a gran parte del mundo confinado en sus casas. Mientras las aves siguen con su ajetreada vida primaveral, los ornitólogos se muerden las uñas por no poder salir a observar.
Bajo el título #Quédateenelnido, la Sociedad Española de Ornitología organiza una serie de actividades para seguir en la onda pero sin moverse de casa. Entre ellas, este año el XX Maratón ornitológico será una edición especial, edición Km0. Desde la ventana, el balcón... el tejado.
Mi ventana. Este era nuestro lugar de observación. Una ventana (varias ventanas) en edificio que hace esquina, dando a dos calles en un núcleo urbano pequeño, ya casi con el límite rural. Así que lo que nos quedaba era mirar a los tejados y al cielo.
No madrugamos demasiado. El día se presenta despejado, con algunas nubes, pero muy agradable. En la ventana preparamos los prismáticos y la cámara, sabiendo que ésta no va a ser muy útil. No se ve demasiada actividad así que cambiamos y nos vamos a buscar una nueva ubicación.
En el desván, un ventanuco nos permite sacar el telescopio al tejado. Desde aquí tenemos: tejados, un pequeño prado entre casas, más tejados y al fondo el monte sembrado de eucaliptos.
Nos centramos en los tejados. Los primeros en aparecer son los gorriones comunes (Passer domesticus), en primer plano y alimentándose entre las tejas. Enfrente, suena el canto de un mirlo (Turdus merula) posado sobre una antena y, más al fondo, aparece la lavandera blanca (Motacilla alba). Distinguimos dos cantos. El primero es el del petirrojo (Erithacus rubecula) que parece provenir de un pequeño árbol que queda fuera de nuestra vista. El otro es el da tórtola turca (Streptopelia decaocto). A falta de otro interés, las buscamos con el telescopio y acaba apareciendo a cierta distancia, sobre un poste de línea telefónica en el borde de la carretera. Este observatorio es incómodo, así que de momento bajamos de nuevo a la ventana.
Aquí aparecen dos de los más habituales. La pareja de colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) persiguiéndose y la urraca (Pica pica) haciéndose dueña de la antena más alta, al sol, dejando ver sus irisaciones.
Con estos completamos los "habituales", así que toca echar la vista más allá para localizar especies nuevas.
En dirección a los eucaliptales de los montes que rodean la zona pasa un grupito de palomas. Al menos una de ellas deja ver la marca clara de una torcaz (Columba palumbus). En un hueco entre edificios se puede ver un pequeño prado, rodeado de cultivos. Si hay algo por allí no se deja ver a tanta distancia, pero en el aire aparecen, acrobáticos, los aviones comunes (Delichon urbica).
¿Qué ya estaban visto todos los habituales? De eso nada. Nos hemos despistado. Ya es mediodía y hasta ahora no habíamos anotado gaviota. Aquí está un bando de gaviota patiamarilla (Larus michaellis). Una pequeña ave pasada volando muy cerca de nuestro edificio. Otra más. Estas son las golondrinas (Hirundo rustica). Hace sólo unos días que se dejan ver por aquí. ¡Puntuales para este maratón!
A partir de ahora llega la fase repetitiva: ninguna especie nueva, aunque el tiempo pasa rápido revisando el cielo. Volvemos al desván. Vamos a ver que hay en la otra zona de eucaliptos. Al fondo, en uno de ellos se recorta una silueta entre las ramas más altas. Está rodeado de cornejas (Corvus corone) en buen número, unas treinta, que no paran de moverse, pero por lo menos nos permiten comparar el tamaño. ¿Gavilán? Lo mantenemos en el objetivo par ver si echa a volar, pero después de media hora... allí sigue. Nos quedaremos con la duda. Mientras, aparece por fin el busardo ratonero (Buteo buteo), cogiendo una térmica sobre el núcleo urbano.
La última especie nueva en aparecer es el ánade real (Anas plathyrrhynchos). Dos de ellos pasan sobre el edificios, quizá yendo del paseo fluvial al río en el lado opuesto del pueblo.
Por la tarde el sol da frente a la ventana, lo que limita la observación. El cielo se va cubriendo y aparece la niebla. En fin, que el día se acaba y las observaciones también. El domingo no trae nada nuevo y compromisos personales nos impiden dedicar tiempo, excepto alguna mirada ocasional que no suma especies.
Por lo tanto, cerramos el maratón con 15 especies. No está mal, es alguna más de lo previsto. ¿Cuáles faltaron a la cita? Otras aves que alguna vez hemos visto son la garza real, el estornino, los bandos de jilgueros... y a veces, en la noche, se escucha al cárabo en un pequeño bosque de ribera.
El lunes enviamos los resultados por ebird y todo listo. Una interesante actividad desde casa para aliviar el confinamiento y seguida por cientos de observadores en todo el país.
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