Hoces del Duratón

Senda larga

Distancia: 12,5 km (sólo ida)
Tiempo aproximada: 3 horas 15 min
Desnivel (positivo): 226 m
Circular:  lineal (sólo ida)
Inicio/fin: Puente de Tálcano-Puente de Villaseca
Aspectos destacados: geomorfología, colonia de buitres

Me apetecía ver buitres, así que nada mejor que dirigirme a una de las provincias con mayor población en España, Segovia. La colonia del Parque Natural de las Hoces del Duratón es una de las más numerosas, superando las 700 parejas en los últimos censos.

Entre Sepúlveda y Burgomillodo el río Duratón ha excavado la roca caliza a lo largo de miles de años formando un cañón, las Hoces, de 27 km de longitud, con paredes casi verticales de más de 70 metros de altura. Por su fondo, la vegetación ribereña, alterada con los cultivos de chopo, contrasta con la de los páramos superiores en los que domina la sabina y el enebro. 

Geológicamente, el pliegue en rodilla desarrollado sobre materiales detríticos carbonatados del Cretácico superior en el entorno de Sepúlveda es un punto de interés geológico, así como los meandros.

La mejor forma de observar la fauna, especialmente las aves rapaces de estos cortados es acercarse a alguno de los impresionantes miradores como el de la ermita de San Frutos o recorrer el fondo del cañón por la Senda larga, siguiendo la orilla derecha del Duratón.

Para realizar esta ruta es necesario permiso de enero a julio, ya que el acceso está limitado para preservar la reproducción de las aves rapaces. Tienes la información en la Casa del Parque.

Acceso

Existen aparcamientos en ambos extremos de la ruta, tanto en el Puente de Tálcano (nuestro inicio, enlace a Google Maps) como en el de Vilaseca. En caso de hacerlo en este sentido, la proximidad a Sepúlveda permite acceder a pie en algo más de un kilómetro.

La ruta

Es agosto. Ya no hay restricciones de acceso, pero en cambio nos pilla en plena hora de calor, así que madrugamos y a las siete de la mañana ya estamos caminando.

En el aparcamiento nos recibe un panel con información del Parque y de la ruta. Descendemos por pista unos metros, dejando a nuestra derecha las ruinas de la Fábrica de la luz. Estamos ya en el
puente romano de Tálcano. Una pasarela nos permite cambiar de orilla y encontrarnos con el cruce de la Senda de los dos ríos. Y empieza el espectáculo. Se abre a nuestra vista el abandonado meandro con sus farallones de roca que nos anticipan las paredes de las hoces. Comenzamos a mirar arriba, pero es muy temprano y apenas hay aves en vuelo. La vegetación de ribera nos mantiene a la sombra: sauces, fresnos, endrinos, olmos, alisos y los chopos procedentes del cultivo tradicional.

Mientras caminamos, dirigimos objetivo y prismáticos hacia el bosque para observar petirrojo, colirrojo tizón, carbonero común y garrapinos, herrerillo, verdecillo, trepador azul, mito, abubilla, oropéndola... éstas, más que verlas, las escuchamos. No tenemos ojos para todo.

Según pasan los kilómetros, nos metemos entre los cortados y las paredes y empiezan a asomarse los buitres leonados posados sobre las rocas. Al principio pocos, pero cada vez se hacen más abundantes. Nos paramos con frecuencia para observar a placer.

Dejamos atrás la fuente de la Hontanilla, la fuente Redonda y el puente del Villar (un poco antes del km 7). Es una tentación cruzar, pero un cartel nos dice que no debemos hacerlo (zona de reserva). El sol asciende y empieza el baile en el cielo. Poco a poco se hacen más frecuentes los vuelos de decenas de buitres leonados. Algunos los oyes antes de verlos de lo bajo que pasan, casi rozando las paredes. La mayoría buscan las térmicas para ganar altura. Hay que verlo.

Con un poco de atención distinguimos otras especies. Entre los buitres se recorta, más estilizado, un alimoche. También "pasa por allí" un águila calzada. Contra la caliza vuelan un alcotán y un cernícalo, pero no conseguimos ver halcón peregrino. Varias palomas zuritas (de una en una) se muestran en vuelo.

Llegamos a la fuente del Chorrillo y, más adelante, a la Cueva de los sietes altares, que queda en un pequeño desvío. Poco más y pasamos por debajo del puente de Villaseca. La ruta termina junto a un chiringuito y con los paneles de la ruta. Aquí comienza también la senda de la Molinilla por si se quiere prolongar el camino un par de kilómetros pero que no aporta nada nuevo (nosotros la haremos al día siguiente). Han sido unos 12-13 km. Toca volver.

Regresamos con la intención de seguir observando, ya que no nos cansamos de ver buitres y más buitres. En las pozas de las fuentes se arremolinan mariposas de las que identificamos hasta cinco especies diferentes (géneros Polyommatus, Colias o Pyrgus) que se unen a otras cuatro especies sobre matorrales y árboles. Sobre las ramas del río añadimos observaciones de papamoscas gris y cerrojillo. Entre las ramas se escucha un rabilargo que se deja ver con dificultad. Se unen al despliegue los bandos de avión común.

Acabamos la ruta de nuevo en el aparcamiento tras 25 km y unas ocho horas bien disfrutadas. Pasan de las tres de la tarde, hay casi 40 ºC y toca retirarse a descansar para poder, por la tarde, disfrutar de los paisajes de la ermita de San Frutos.

Hoces del Duratón

# Más información:

- Parque Natural Hoces del Duratón en Patrimonio Natural de Castilla y León.
- La ruta y más información en Hoces del Duratón.

Enlace al álbum de fotos.

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