Actualmente el Homo sapiens es la única especie de su género que sobrevive. Todas las anteriores se extinguieron a lo largo de los últimos 2,5 millones de años. Otra especie, el Homo neanderthalensis (para algunos paleoantropólogos una subespecie), fue la última en desaparecer hace unos 25 mil años. Sus últimos restos, o mejor dicho, de su actividad como son herramientas del período musteriense, aparecen en la cueva de Gorham (Gibraltar, Península Ibérica), así como en otros lugares del suroeste europeo, quizás sus últimos refugios.

En las excavaciones de esta cueva trabajó el autor del libro, Clive Finlayson. Para explicarnos la historia de estos humanos y, sobre todo, de su extinción, nos lleva a repasar toda una serie de hechos y a hacer propuestas novedosas.

Todo comienza hace unos 60 millones de años con la aparición de los primeros primates coincidiendo con un cambio climático de rápido aumento de las temperaturas. Más tarde, en el Mioceno y Plioceno se fueron sucediendo las especies emparentadas evolutivamente: Sahelanthropus tchadiensis, Orrorin tugenesis, Ardipithecus ramidus... hasta que hace unos 2 millones de años surgen los Australopithecus y Paranthropus y posteriomente, como consecuencia de una nueva modificación del clima que propició la aparición de paisajes abiertos, el género Homo caracterizado por su gran cerebro y el uso de herramientas, sin salirnos de su lugar africano de origen. Este es el preámbulo, detallado, que nos propone el autor en los dos primeros capítulos.

A continuación hace un repaso de esas especies de Homo y de las discrepancias sobre su salida de África a la conquista del resto del planeta: H. erectus, H. floresiensis, H. georgicus, H. heidelbergensis... Es precisamente este último al que algunas hipótesis apuntan como antecesor de los neandertales, mientras que otras lo sitúan como el previo tanto de neandertales como de ancestros (sapiens). Tanto en este capítulo como en el siguiente nos describe estas especies y sus hábitats y nos da su versión.

Dentro de sus ideas sobre la supervivencia de una especie y la desaparición de otra, Finlayson se centra en su argumento principal: son los cambios climáticos que provocan cambios en el paisaje los que modifican las especies, el paso de la selva cerrada a paisajes de sabana. De esta forma, los grupos que se encontraban en la zona límite (que eran los menos especializados) y sometidos siempre al estrés ambiental, son los que se acaban adaptando y sobreviviendo, encontrando nuevos hábitats, en contra de los grupos muy especializados de la selva cerrada. Es lo que el autor repite, y así titula a uno de los capítulos clave, como "estar en el lugar adecuando en el momento oportuno". Una de sus afirmaciones respecto de esto es: "el salto a la estepa-tundra fue realmente un pequeño paso para una población de ancestros, pero su impacto iba a ser mayor que el primer alunizaje del hombre, treinta milenios después".

Especialmente detallada está la dispersión de las especies y como estas van avanzando a lo largo primero de Eurasia y luego del continente americano, como se adaptan a los cambios y como va cambiando la cultura de la caza-recolección a la agricultura (como esta aparece y desaparece más de una vez y en diversos lugares del planeta.

Por supuesto, no puede dejar de opinar sobre el encuentro que tuvo lugar entre ancestros y neandertales y como estos desaparecieron quizá por la presión ambiental más que por dicho encuentro; sobre los cambios en las diferente culturas; sobre la línea evolutiva que dio paso a ambas especies o como hoy, por cuestión de azar ("hijos del azar") somos los sapiens los que estamos aquí.

Se trata de un libro con gran profusión de datos y que recoge y cuestiona muchas de las teorías habituales que, para el autor, están faltas de confirmación o son simplistas, a la vez que ofrece su alternativa y que habrá que ir revisando con el tiempo.